Gustavo Conde: «Imprensa sem coragem para dar a #Fakenews do ‘fim da greve’. É o que eu digo: cachorro mordido por cobra tem medo de LINGUISTA!» (Traducción: Prensa sin valor para dar la fakenews del » fin de la huelga: Es lo que digo: perro mordido por cobra tiene miedo de lingüista!
«Nunca una huelga ha costado tanto en tan poco tiempo. Y eso es fácil de explicar: un gobierno aficionado que apenas puede hacer la gestión básica de los modales públicos del país, ni siquiera podría manejar una crisis de verdad, con los agentes que escapan al núcleo de los chantajes corrientes de Brasilia.
Las imágenes de millones de litros de leche derramada por falta de transporte son muy fuertes. Ese tipo de representación visual entra con mucha fuerza en el imaginario popular. La primera criatura que lo entiende responde por el nombre de Red Globo. Ella sabe que la situación ha escapado al control y corre para obtener el dominio simbólico de este principio de catarsis social.
Este es el negocio principal de la Red Globo. No es una novela, no es fútbol, no es un reality show: es la posesión de la narrativa simbólica que organiza la vida social del país. Imágenes adicionales impactantes como colas kilométricas de coches para suministros, supermercados vacíos y durando, caos en el tráfico, desabastecimiento generalizado, son la materia prima de un periodismo que produce muchos ingresos presionando y protegiendo gobiernos, en un muerde-Y-sopla visceral y chantajista.
El problema es que este volumen de imágenes no es más exclusivo de esta ‘Señora’ de 55 años que domina la receta publicitaria en el país. Ganan las redes y siguen un curso en el límite del imponderable. El Globo, al menos, tiene que luchar más por esa propiedad visual.
Nieves fuera, la huelga de camioneros es un producto sensacional. En el gobierno Dilma, ya tendríamos un millón de manifestoches invadiendo la avenida paulista con sus selfies insuportáveisao junto a policías, camioneros y destructores de gasolineras.
‘Pena’ que el gobierno de ahora es el gobierno Temer. Con miedo, la esfera no sabe muy bien cómo proceder. Los criminales en general se respetan. El mundo está acumulando energía para las Elecciones. Sabe que el candidato ideal aún no ha aparecido y teme que no aparezca nunca.
Pero lo más interesante de toda esta historia es que el mercado ha entendido el nivel de bajo nivel intelectual que habita el gobierno que patrocina con docilidad y esmero. Sin medias palabras: los inversores se han caído con la desorganización del gobierno en la gestión de la política de precios de Petrobras, el mecha evidente de la huelga.
Cuando el inversor se sospecha, compañero, será mejor que coja el taburete y se caiga. Aún más en un gobierno que depende del inversor como el perrito feliz depende del culo. Están impactados por la incompetencia del gobierno. El valor de los daños que esta huelga impondrá al sistema es de difícil precisión. Pero es del orden de un dígito gordo del PIB y eso ya es consenso.
La paralización de la producción de vehículos es el termómetro de la catástrofe. No tengo memoria de un anuncio de este tipo, ni en el régimen militar, ni en el gobierno Boehner, ni en el desastroso segundo mandato de HCF, la referencia histórica más reciente de catástrofe.
Los inversores han utilizado una palabra fuerte para la situación política del gobierno Temer: Esfacelamento. Cuando las palabras así aparecen espontáneamente, es porque realmente la realidad ha tomado un nuevo y desconocido rumbo.
En ese momento, el mercado, que puede ser todo en este mundo pero no es tonto, ya debe estar haciendo cuentas. Debe recordar cómo Lula administraba crisis de este tipo: con mucha labia y mucha labia, y relativa transparencia.
Ese sentimiento – del mercado – es muy peligroso para el golpe. Y entiendo que ese es el cálculo que Lula hace y nadie entiende: tarde o temprano, los inversores querrán a alguien con cerebro de nuevo al poder.
Esa agenda de desinversión – que nombre horrible -, de venta de activos, de política suicida de precios es algo que corroe el propio sistema por dentro. El Mercado, por así decirlo y en un espasmo de lucidez relativa, va entendiendo que sin un gobierno fuerte, la impulsión del capital no sucede.
Es algo paradójico, pero el mercado es como el inconsciente: no tiene vínculos morales con absolutamente nada, mucho menos con principios teóricos del neoliberalismo. El mercado quiere dinero en movimiento, fenómeno sin el cual no existe el beneficio ni la acumulación de ese beneficio.
Una huelga de camioneros en #Brasil tiene la representación perfecta para este dilema: es el transporte de riquezas que se ha se y en sólo cinco días ha arrasado la economía del país con daños incalculables.
Aparte de las terribles coincidencias (el nombre del líder de los camioneros es Dilmar, un piloto de fórmula truck) y las improvisaciones grotescas, esta huelga marca el momento más dramático del gobierno #Temer. Ni el escándalo de la JBS ha generado tanta tensión y tanta inseguridad en la cúpula estafador Temer-Padilha-Moreira.
El desempeño de Pedro Pariente, Rodrigo Maya, Eduardo Guardia y otros agentes de la sumisión confusa también mereció el premio Frambuesa de Oro. Pocas veces he visto a un gobierno golpear tanta cabeza – ni en los gloriosos tiempos de HCF.
El resultado de ese capítulo del golpe aún no está definido. El problema central es que el movimiento huelguista no tiene un líder. La Palabra de los negociadores del movimiento vale tanto como la palabra del gobierno: Nada. Esto deja la coyuntura relegada a una deriva inédita: de completamente impredecible, el escenario ha sido completamente increíble.»
(Gustavo Conde)