Por: Daniel Guerra Domínguez.
“¡Raúl, está en la calle!, junto al pueblo, multiplicado por miles, como mismo siempre estuvo y estará Fidel…”
En estos días huracanados he topado con la gente, me han llegado diversidad de opiniones y, hasta comentarios, en su mayoría esperanzadores y de definición, lo mismo de cubanos en la Isla, o distantes de ella, y de extranjeros, ¿qué de extranjeros?, ¡de hermanos solidarios!, en medio de la diversidad de preocupaciones que generan las adversidades asociadas a los daños que dejan a su paso los ciclones tropicales, en cualquiera de sus categorías.
Muchas han sido las muestras de fe y confianza en la Revolución y en sus principales dirigentes, como no pocos los deseos de ver al presidente cubano recorrer zonas de desastre, allí donde los daños o las penurias son mayores. He oído así frases como: “…hace falta que Raúl baje, salga, haga un recorrido, vea cómo está la cosa…”. Y hasta sus comparaciones se han hecho de cuando Fidel; expresiones venidas de compatriotas dignos, de gente de pueblo, revolucionaria. No quiero ser discordante con ese deseo natural, solo que la interpretación de ese anhelo en mí, hoy día es otra.
Esa expresión voluntaria que por años los cubanos convirtieron en costumbre popular, de ver a su líder en el frente, en el General Presidente –como suele llamarlo el querido doctor Eusebio Leal Spengler– sucede igual: ¡Raúl, está en la calle!, junto al pueblo, multiplicado por miles y miles de compatriotas, representado en cada uno de los Presidentes de los Consejos de Defensa Provinciales, y de los integrantes de la Defensa Civil, que de manera disciplinada y consciente han estado dirigiendo, desde los primeros avisos sobre el fenómeno hasta el actual proceso en que se concentran todos los esfuerzos posibles.
He visto a Raúl, representado en cada cuadro o funcionario de las estructuras políticas, de dirección y de los organismos que han tenido una participación activa en la toma de decisiones estratégicas para palear el daño y enrumbar el camino hacia la recuperación; también en esos jóvenes universitarios o combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, en cada trabajador de un sector u otro de esta sociedad, en cada persona digna de este pueblo inmenso que confía sin límites en su Revolución.
La dirección colectiva ha jugado un rol determinante en la alerta temprana, en la definición de la estrategia a seguir ante las predecibles e imprevistas consecuencias que los fenómenos naturales suelen causar, y que –en #Cuba– se le toma muy en consideración para la preservación de la vida, en primerísimo lugar, y de los recursos materiales. Ese es, a mi juicio, el factor clave, me viene entonces a la mente aquella definición del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, durante una entrevista concedida a dos periodistas de la Agencia EFE en 1985: “… Yo creo en la dirección colectiva y, además, no creo que los individuos, las personalidades, hagan la historia».
Como también pude leer e interpretar la explicación del líder histórico en el libro “Fidel y la Religión”, del querido amigo Frei Betto: «El principio de la dirección colectiva, siguiendo la tradición, se establece rápidamente después de la Revolución, de modo que cuando no estaban integradas las organizaciones todavía de forma orgánica, ya nosotros teníamos una dirección colectiva (…) y casi todas las medidas las analizábamos y las discutíamos en esa dirección. Es decir que fuimos creando el órgano de dirección desde el primer momento de la Revolución, y ese principio se ha mantenido hasta hoy…».
Ese es el fundamento de mi punto de vista, puede o no coincidir con el criterio o la visión de los acontecimientos de hoy día, pero lo que sí he apreciado es a la generalidad de la dirigencia revolucionaria en el terreno, haciendo lo que a cada cual corresponde, como también no albergo la menor duda de que quién no haya actuado con la suficiente previsión en la salvaguarda de las personas y los recursos a su responsabilidad habrá recibido el correspondiente análisis.
La Revolución Cubana continúa su marcha, y sus líderes históricos están ahí, en las calles, en el corazón y el alma del pueblo, como el Che, Camilo, Almeida, Fidel, y todos los que han hecho y aún conducen –como Raúl–, este imperfecto pero importante y justo proyecto social, porque esta isla ha contado y cuenta con una dirección colectiva que ha ejercido funciones siempre.