Aprecio que de manera intencionada y desde lo meditabundo se viene pretendiendo posicionar en Cuba, algunas corrientes ideológicas para evitar a sus ejecutores que la oportunidad les pase de largo. Tal parecieran arribar a un punto álgido de inflexión que los ubica “ni más allá ni más acá” de quienes marcan la pauta en la política nacional.
Lo cierto es que estamos en presencia de un lobby dirigido a exacerbar las bases ideológicas con una clara perspectiva de minar y fragmentar la unidad revolucionaria mediante algunos chambelanes de colores erigidos como arquitectos de posiciones evidentemente centristas y en apariencia de “no confrontación”, conductas que se desmarcan del contexto histórico que vive el país y los presenta como “actores mediático-políticos” de lo nuevo y no precisamente lo bueno.
Ellos tratan de evitar entrar en contradicción con la concepción de cómo los cubanos se hicieron socialistas y decidieron defender esa definición bajo el constante asedio externo y en medio de escenarios complejos en las diferentes etapas por las que ha transitado su Revolución.
Los chambelanes –aún a tiempo– no debieran enajenarse y desdeñar sus orígenes para adentrarse en el escamoteo ideológico y desde él querer hacer una praxis diferente, en tanto obvian la fundamentación teórico-práctica y los métodos que ha aplicado la Revolución Cubana en su devenir histórico, de cuyo valor emergió digna, en cuanto a ética y política. Solo el análisis consciente nos llevará a dilucidar las coordenadas para apreciar su importancia e interpretar la justeza de su proyecto social, uno de los más inclusivos conocido hasta entonces.
El ideario martiano, la concepción marxista-leninista y el pensamiento de los hacedores de la Revolución, que se sintetiza y tiene su máxima cristalización en el líder histórico Fidel Castro Ruz, serán siempre puntos de convergencia en cualquiera de los debates que se generen. La desmemoria conduciría, inexorablemente, al velo del pasado y a convertir en aplausos –desde la ignorancia– los postulados de quienes buscan anestesiarla para permitir inocular la ponzoña del odio, las bajas pasiones y hacerla navegar hasta caer anexada o facilitando anhelados cambios desde el pragmatismo foráneo.
Pudieran parecer fuertes y coherentes los debates que se generan en el voluptuoso campo de las plataformas digitales en internet, en medio de descalabros, crisis y estrategias geo-políticas, y de hecho lo son cuando se encuentra oposición seria o criterios diversos, pero los infestan al aparecer sus troles, con un bagaje indeseable, carentes de argumentos sólidos, basados en la conjura retórica de lo irreal e infundado, para contaminarlos con el estiércol mediático.
No se llamen a engaño los arrastrados por el silbido o la melodía gramática instigada desde posiciones engañosas. Los chambelanes les ilustran visiones “alternativas”, a partir de fenómenos y hechos suscitados en la cotidianidad, para consumirlos como desayuno caliente de la discordia y la crítica a todo lo que huela a ungir al Estado, al Gobierno, al Partido y a las organizaciones de masas del pueblo cubano y sus instituciones. Ellos socorren y aplauden lo adverso, incluyendo la creación misma de nuevas formas de gestión económica no estatal, pretendiéndolas oponer al sistema y presentarlas por sí mismas como salvadoras de la economía y la sociedad.
Veamos con luz propia las ideas, principios, esencias y reflexiones que nos aporten desde un diálogo enriquecedor, constructivo, complementario y catalizador de lo que vamos construyendo, para que nos alumbre en el avance irrenunciable hacia el socialismo próspero y sostenible propuesto.
En no pocas ocasiones hay personas de inestimable valor, reconocimiento y mérito social, que han caído en la telaraña de algún chambelán, y hasta se han hecho eco o aplaudido sin reparar en las verdaderas intenciones y la realidad que encubren sus textos, llenos de matices colindantes con el drama social y las carestías públicas e inculpan al sistema político y de gobierno.
En Cuba, las puertas siempre han estado y estarán abiertas para quienes desde posiciones de respeto vayan al diálogo sincero, al debate franco y enriquecedor, y no arropados de turbulencias engañosas dirigidas a socavar la unidad, ni quebrantar su Revolución. Hay que contribuir a formar sentido de vida y de actuación en el individuo y en cualquier grupo etario.
A los chambelanes, los convoco a dejar de serlo y a obrar con ética desde la sapiencia teórica y científica, con sentimientos y convicciones que sustenten la dimensión movilizadora de una actuación esencialmente humanista en ustedes mismos y para con la sociedad que los formó, no desdeñar de ella.
Los invito a emplear el sentido crítico, no se vayan por la tangente de servir a la conjura y al mejor postor, sería lo último y más deleznable en que caerían antes de convertirse en apátridas.
Aprecien el valor de enseñar a conocer y a sentir, de formar conciencia revolucionaria –en su más amplia expresión–- para contribuir a la transformación de la sociedad, cuyas dimensiones reflejen los intereses de todo un pueblo y no fragmenten nunca la unidad en torno a su vanguardia dirigente.
Sean más que pretendidos histólogos de la adversidad, constructores de lo nuevo junto a los verdaderos actores de la contemporaneidad política, económica y social del país, no carcoma ni arcoíris de escalas grises, que solo ofrecen un futuro incierto, escabroso y de guerra cultural, quizás lo nieguen, pero va dirigido a cercenar este proyecto de altísimo valor humano que es la Revolución Cubana, para asirlo al sistema opuesto que los azuza.
Nota del autor: Cualquier posible trayectoria entre A y B contribuye a la probabilidad de que una partícula se propague entre ambos puntos: ¡defínanse!